Las cámaras de nuestros móviles consiguen unos resultados impresionantes incluso si los comparamos con muchas cámaras compactas tradicionales, pero lo más increíble es que mejoran año tras año. Es una situación a la que nos estamos acostumbrando y que sin embargo no es valorada como se merece. Conseguir que una óptica y un sensor tan pequeños genere contenidos de tanta calidad es realmente complicado, fundamentalmente porque es complicado introducir mucha luz ahí dentro, que es en definitiva la materia prima de la fotografía.
Toda la industria que hay alrededor de las cámaras se está alineando con la de los teléfonos móviles para avanzar todo lo posible en este campo. Diferentes ingredientes están consiguiendo que así sea: inteligencia artificial, múltiples sensores, mayor potencia de proceso… Ahora bien, ¿qué ocurre con las cámaras frontales?