El móvil se ha convertido en una especie de navaja suiza de la tecnología. Sirve para todo: para comunicarnos, para hacer fotos, para saber dónde estamos, hacer compras, jugar, comprar entradas, para pagar, para ver películas, escuchar música, para leer, para trabajar e incluso para llamar por teléfono. Con tal repertorio de usos, el tiempo que pasamos delante de la pantalla crece sin parar, y no siempre lo hacemos de un modo consciente o responsable.
Este uso desmedido del smartphone tiene un especial impacto en los más jóvenes. También en los adultos, aunque estos últimos están, supuestamente, mejor preparados para afrontar un uso responsable de la tecnología. No siempre es así, aunque tradicionalmente, la prioridad es fomentar un uso racional de los dispositivos entre los más jóvenes. Los adultos, no obstante, están siendo más conscientes en el uso de las tecnologías de la información y las telecomunicaciones.