Los cuantificadores de actividad han pasado de medir únicamente los pasos que detectaba mientras caminábamos, a ser capaces de saber cuál es nuestro ritmo cardíaco, qué tipo de actividad deportiva estamos realizando, indicarnos cuántas calorías estamos consumiendo durante nuestro día a día, así como llevar seguimiento del peso, del sueño o incluso incluyen sensores eléctricos de frecuencia cardíaca. Y han pasado de ser dispositivos dedicados, a integrarse dentro de las funciones propias de los relojes, dando lugar a la categoría de relojes deportivos o la de pulseras de actividad.
Como ejemplo, y siguiendo con el caso del sensor eléctrico de frecuencia cardíaca, tenemos el Apple Watch 4, que permite medir la actividad del corazón eléctricamente en vez de ópticamente, lo cual hace posible tener una referencia para comprobar si existe fibrilación auricular. Dicho de otra manera: en el Apple Watch 4 se han integrado dos electrodos que permiten “observar” una de las doce dimensiones de un electrocardiograma médico.