Los smartphones son prácticamente ordenadores en miniatura. A estas alturas, cuando lleguen las próximas generaciones de terminales móviles, sus especificaciones serán superiores a las de muchos ordenadores portátiles. Capacidades de almacenamiento de 128 GB o memoria RAM de 6 GB serán habituales en los modelos premium, junto con procesadores con cuatro, seis u ocho núcleos a velocidades entre 2 y 3 GHz.
De todos modos, a pesar de que los smartphones son equipos tecnológicos solventes, diseñados para que funcionen bien con los cientos de miles de apps que hay en las tiendas de aplicaciones de Apple, Google o Microsoft, tarde o temprano acabamos teniendo la sensación de que el móvil “va lento”.