El paso de la tecnología analógica a la digital supone también el paso del procesamiento analógico de contenidos al procesamiento digital. Así, ya no hablamos de revelado químico de la fotografía o el celuloide, sino de la captura de la luz mediante un sensor que la convierte en los bits que forman los archivos de imagen o vídeo, entendiendo el vídeo como una sucesión de imágenes con una determinada resolución y un determinado número de frames por segundo.
Al mismo tiempo, procesos como el coloreado de una película en celuloide pasan, en el mundo digital, a ser operaciones matemáticas y estadísticas realizadas sobre los bits del archivo de vídeo. En fotografía, el procesamiento digital permite ya desde hace tiempo, y en dispositivos cotidianos, recrear efectos muy diversos tales como el desenfoque selectivo de partes de la imagen, cambios selectivos de color, énfasis de ciertas tonalidades y decoloración de otras, recreación de efectos visuales, etcétera.