Trabajar con imágenes digitales a veces puede ser bastante complicado, incluso frustrante, especialmente si esperas que todo lo que se comparte por la red tenga una calidad decente para ser utilizado, o al menos, para ser visualizado sin que te resulte desagradable.
El caso más habitual es el de imágenes que han sido recortadas de una forma importante o aquellas que de por sí ya cuentan con una baja resolución, con sus píxeles asomando sin compasión o un aspecto bastante borroso.